El drama de los inmigrantes del querido país a la Argentina contado en primera persona por una caraqueña.
Por NÉSTOR SIERRA FERNÁNDEZ
@nesifear
nestor.sierra@puntosurweb.com.ar
Según estadísticas de la Dirección de Migraciones de Argentina, en 2016 un promedio de 30 venezolanos se radicó por día en el país. Así, en 2015 la cantidad de venezolanos aumentó un 120% y en 2016 otro 140%. Hoy ya son más de 25 mil.
La famosa “grieta” en nuestro país pone de un lado a los defensores del “socialismo” del gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro y, enfrente, a sus más acérrimos detractores, a quienes la diáspora de los hermanos del país del norte de Sudamérica parece darles la razón con holgura.
¿Qué tan mal está la situación en Venezuela? ¿Por qué tantos eligen la Argentina? ¿Cómo se las arreglan los que llegan?
Patricia Romía tiene 25 años, el pelo largo algo rizado y ojos color café, y también llegó a nuestro país escapando del hambre y la inseguridad. Es de la capital, Caracas, donde nació y vivía. “Estaba estudiando Comunicación Social, pero tuve que dejar por la inseguridad”, comienza el diálogo. “Antes eran peligrosas algunas zonas, pero ahorita toda Caracas se ha vuelto peligrosa. El autobús (colectivo) que yo tomaba para ir a la Universidad pasaba justo por mi edificio, lo esperaba adentro, porque con solo cruzar ya me asaltaban, y vivía en una zona media”.
Patricia arribó a Buenos Aires en diciembre pasado, luego de un largo periplo que incluyó cuatro vuelos, desde la capital del país caribeño hasta Maldonado, en Uruguay, donde visitó a una de sus hermanas que había escapado antes de la crisis, y por cuyo intermedio salió de Venezuela y donde se separó de su perro, “lo extraño como a toda mi familia”, me confiesa. Pero su destino final era Buenos Aires, donde la esperaba su novio desde hace dos años.
Me cuenta que “tengo mi familia regada por el mundo”: otro hermano ya estaba en España, “adonde fue mi papá el año pasado” mientras que en Venezuela quedó su mamá, que no quiere irse “porque dice que ya es grande, que a dónde va a ir”. Y se vence y se emociona.
Al llegar, Buenos Aires le pareció enorme, pero aún así, la encontró parecida a Caracas, por sus luces y “con el Capitolio”, por el edificio del Congreso.
Patricia es bonita, con el pelo recogido rizado, que se soltará para sacarse la foto que ilustra esta nota. Me abre su mente y su corazón y, como en una sesión de terapia, me responde sin reparos con frases largas que le fluyen con su acento dulce, tal vez porque se prestaba el ambiente intimista de la confitería de Monserrat, donde convinimos ir para la entrevista, a pocas cuadras de su actual trabajo (el tercero en la Argentina), un local de facturas y otros productos de confitería con nombre bien argentino, pero atendido por chicas venezolanas.
Para este informe, traté de contactarme con, la Asociación de Venezolanos en Argentina, para entrevistar a inmigrantes afincados en Lanús o en el Sur del Gran Buenos Aires, pero no obtuve respuesta. De todas formas, con diferencia de ciudades de procedencia, la historia de Patricia es la de todos los venezolanos que decidieron irse del país de Maduro.
“Éramos de clase media, mi padre tenía un negocio de gigantografía, y yo trabajaba allí, Èl decía que nunca se iba a ir de Venezuela, porque…” Patricia no puede completar su frase, o tal vez sus lágrimas la completaron, significando mucho más que mil palabras.
Pregunta: -¿Con Húgo Chávez (que murió en ejercicio de la presidencia el 5 de marzo de 2013) cómo estaban?
Respuesta: -¡Horrible! Chávez fue el inicio de todo lo malo que pasó en mi país.
P: -La imagen que teníamos en Argentina era que hizo muchas casas para los necesitados, y universidades. ¿Fue así?
R: -En cierta parte sí y por otra no, porque es verdad que las hizo, pero la enseñanza en esas universidades no tenían el prestigio de la Universidad Central, por eso no todos querían ir. Por otro lado, las casas las habían creado para las personas que las perdieron en La Guaira (provincia de Venezuela donde la población perdió sus casas tras una inundación debido al desborde de un río), pero después surgió una mafia, de gente del gobierno, que se las vendían a quien les pagara más. En Venezuela, de todo se encarga el gobierno, por ejemplo del pasaporte, porque como no hay material para fabricarlos, tienes que pagar a alguien que conozca a una persona que esté en el SAIME (Servicio de Inmigración y Extranjería), ahorita me dijeron que está como mil dólares.
P: -¡¿Qué?! ¿Y cuánto gana una persona que tiene la suerte de tener trabajo?
R: -Ahorita, unos 2,4 millones de bolívares, o sea, unos 4 o 5 dólares.
P: -Chávez fallece en marzo de 2013…
R: -Oficialmente sí, pero se dice que en realidad murió en diciembre de 2012 en Cuba, ¿Por qué no lo anunciaron? Porque al morir ese mes, quedaba como presidente hasta las elecciones quien presidía la Asamblea Nacional, que era de la oposición, y entonces dicen: “para anunciar la muerte de Chávez, vamos a esperar unos meses más hasta que sean las elecciones”.
P: -Yendo a la situación económico – social, ¿cuándo empieza a decaer?
R: -Ya en los últimos años de Chávez, 2012 o 2013, se empezaban a ver las colas porque comenzaban a escasear productos, en las zonas populares (población de clase económica baja) y comenzaron a actuar los bachaqueros, (de bachacas, hormigas), que son los que compran mercadería de primera necesidad, como pan, arroz, mayonesa, y los venden a un precio que triplica o quintuplica su valor. Algunos se dan a la tarea de hacer la cola temprano en el supermercado, comprar los productos y en la tarde, cuando la gente hacía las colas, revenderlos.
P: -¿Y con Maduro empieza a profundizarse?
R: -Yo lo veo así: Chávez era una persona astuta e inteligente, y la crisis le explota a Maduro porque ni él ni los suyos tienen la inteligencia de Chávez para al menos maquillar la crisis, ¿sabes? Porque igual la crisis tenía que explotar, porque Chávez acostumbró a la gente a darles todo: ‘soy gobierno, te doy casa, soy gobierno, te doy trabajo. ‘Tú no trabajas, te doy dinero; estás embarazada, te doy dinero’, entonces esa gente piensa ‘Para qué voy a trabajar si el gobierno me lo da”.
P: -Y la situación explota cuando cae el precio del petroleo…
R: -Exacto, y súmale que el dólar de a poco, empezó a subir hasta el cielo, porque ten en cuenta que al gobierno no le conviene que el precio del dólar baje, porque es quien tiene el poder del dólar es el gobierno; allá no puedes ir a una casa de cambio y comprar dólares, está prohibido, sino que te los vende el gobierno a través de un sistema que si precisas los dólares para un viaje ellos te piden una carpeta con el motivo del viaje, pasaporte y una solicitud para pedir esos dólares, que si ellos querían, te los negaban. Hasta que llega un momento en que ya no tienen más dólares, sólo para empresas grandes, pero entonces nació otra mafia, que les llaman maletín, que declaran tener una empresa, y entonces compran dólares a 10 bolívares y los venden a 500 o 600 bolívares. Y son del mismo gobierno.
Además está el Carnet de la patria, que sirve para todo pero no sirven para nada, porque Maduro les obligó a la gente a obtenerlo, y a quien tiene el carnet y no trabaja, el gobierno le deposita plata; también para Semana Santa, a las embarazadas, pero los de la oposición no se lo sacan, y si vas al hospital, si no lo tienes, no te atienden, Y hace tres años hicieron la caja plan, con alimentos de la canasta básica, que la venden mucho más barato que el supermercado, para las personas necesitadas, pero si tienen el carnet de la patria, pero hay familias de 6 cabezas que es lo único que tienen para comer.
P: -¿Pero a cambio de qué lo hace el gobierno?
R: -Si tú no votas en las próximas elecciones o no lo haces por Maduro, te sacan el plan. Para las elecciones de diciembre, a la gente les prometieron perniles (pata y muslo del cerdo) a cambio del voto, y encima no les dieron el pernil, y Maduro sale diciendo que “Portugal no se los vendió”
P: -¿Cuándo tomaste la decisión de irte de Venezuela?
R: -Hace unos dos años, cuando vi que la situación no iba a mejorar, porque tuve que salirme de la Universidad, porque los llamados “colectivos”, que son grupos armados paramilitares, entraron a la Universidad, tiraron plomo y gases lacrimógenos, y yo dije “Ya no aguanto más”. Además, mi país parecía una cárcel, por la inseguridad, ya los últimos tiempos ya no salía de mi casa; a mí me gusta el fútbol, soy hincha del Caracas Fútbol Club, y ya no iba a los juegos (partidos). De hecho mi papá cerró la empresa en mayo.
P: -¿Ya no vendían?
R: -Fue por otra mafia. Es que nosotros alquilábamos y el del local de al lado, una panadería, quería comprar el nuestro, y nos demandaron; fuimos a juicio, apelación, pero compraron a la jueza. Fueron a “visitarnos”, les demostramos con papeles que nuestro local estaba habilitado y todo bien, pero la jueza puso en el acta otra cosa y nos sacaron el local-
P: -Y entonces, con tu papá deciden irse.
R: -No, mi papá se va más porque mis hermanas menores deciden irse y la esposa de mi papá también, y él me dice “nosotros nos vamos, tú decide qué hacer”, y ya toda mi familia paterna estaba en España, mi hermana en Uruguay y yo me venía para acá porque ya estaba mi novio, mi abuela se había muerto el año pasado, y mi papá piensa “o me quedo aquí, solo, como un pendejo (en Venezuela, un tonto), o me voy” y se fue.
P: -¿Es verdad que los supermercados están vacíos?
R: -Cuando llego a lo de mi hermana a Uruguay, un día me dice “vamos a la playa”, y fuimos a un super conocido de Maldonado, ¡y estaba tan lleno, tantas marcas! Yo dije: “No puede ser que me esté sorprendiendo por esto”, y dije, por pedir algo, “quiero azúcar para el café”, porque en Venezuela la tienes que pasar sin azúcar, sin harina, sin papel toillette…Sin lo básico, sin desodorante… nada, nada.
Es muy común ver allá gente que come de la basura, que rompen las bolsas y hacen un reguero en la calle, en todo el país. El camión de residuos siempre pasaba de día y empezó a pasar de madrugada porque la gente se peleaba por sacar comida del camión, se agarraban a piñas para llegar primero. Y ves personas que salen del trabajo, con su uniforme, que van a un sitio a esperar el camión de la basura, para comer.
P: -¿Para cuánto alcanza el sueldo?
R: -Para cuatro cosas, un kilo de carne te puede costar un millón y medio o dos, que es el sueldo de un mes.
P: -¿Y cómo viniste?
R: -Mi hermana en Uruguay me dijo “Patri, necesitamos sacarte de ahí”, y para poder venirme con mi perrito, me prestó la tarjeta de crédito para pagar el pasaje en cuotas para venir en avión, y mi novio se la paga. Ella porque puede, pero la mayoría tiene que irse de cualquier forma.
Patricia me confía que por 8 horas de trabajo gana 6000 pesos por mes, porque todavía no tiene su DNI, de tanta demanda que hay de documentos. Un día de trabajo, $300, unos 14 dólares al cambio nuestro, unos tres sueldos mensuales venezolanos, se los envía a su mamá para que se compre las vacunas que debe aplicarse “que cuestan como un millón y medio de bolívares”, y eso, a un bachaquero, porque en las farmacias no hay.
Con todo, aún agradecida a la Argentina, no pierde la esperanza del retorno. “Quiero volver… Irme me costó pelearme con mi papá y…” . Y los recuerdos vuelven a aflorar en gotitas de agua de sus ojos color café…
Porque como cantaba María Elena Walsh, “Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy…”