Por ANDREA VARTANIAN
espiritualidad@puntosurweb.com.ar

Hace muy poquito mirando el Facebook, me encuentro con fotos que sube un contacto mio, y me llaman mucho la atención, no es la primera vez que las veo, pero estas ultimas me dieron mas ganas de volver a tener una charla con él. Las fotos son de un amigo que trabaja en el hospital Rivadavia.

Inicie la charla y mi intención fue conocer mas del movimiento que realiza junto a otras personas, un voluntariado, donde todos los días martes a la noche se juntan en una sede política (por razones obvias, no voy a nombrar a qué sede se refiere), junto a otros compañeros para repartir comida a gente en situación de calle, gente de la zona, que los días de frío no tienen una comida caliente para cenar.

Esto me decía él: «Generalmente tenemos paquetes de fideos polenta y arroz guardados para cocinar de martes a martes, cocinamos entre todos pero realmente ahora está cocinando una chica abogada que nos ayuda en el voluntariado; también tenemos salsas, sal y jugos en polvo además de sopas en igual estado».

Todo esta charla me ayudó a ver la importancia de con cuán poquito tiempo podemos dedicarle a alguien y ayudarlo. Gente que tiene su trabajo, su familia, que una noche fria anhela llegar rápido a su casa para descansar y opta por ir a un sitio a reunirse con otras personas, con la misma intención, de darle a alguien que padece de una manera cruel el frío, de estar con ellos, de charlar, de darle la atención donde muchos muestran indiferencia.

Cuando una persona trabaja voluntariamente en una organización y da su tiempo con gusto y dedicación, claro que es una persona ejemplar, con buenos valores y gran sentido de responsabilidad, pero también, aprende, se rodea de personas igualmente influyentes y él también se siente bien consigo mismo por poder haber contribuido y aportado algo.

Estos días también he visto documentales de la biografía de Lady Di, conmemorando su fallecimiento, contando su lucha, su historia. Una persona admirable que ayudaba; claro que contaba con posibilidades, que muchos ciudadanos comunes a veces no lo tienen, pero lo admirable de ella, más allá de que seria algo natural de hacer, es su devoción al pueblo, cumpliendo de su cargo, pero con total vocación de ayuda.

A veces, ayudar es mas fácil de lo que parece, en otras notas he nombrado a otros amigos que colaboran con comedores, hogares, gente de la calle, refugios de animales. Muchas personas que se mantienen en el anonimato y toda esa gente persigue un fin, tener calidez en su alma y sentir que realmente como seres humanos podemos cumplir parte de nuestra misión en esta vida.

Hay muchas maneras de ayudar, no solo ofreciéndole cosas materiales a otra persona que lo necesita, como ser abrigo o comida a personas en situación de calle, sino también ayudar en la calle, a cruzar a una persona mayor, a darle aliento a alguien deprimido, cebarle mates a una persona que está estudiando, darle comida a algún perrito de la calle, cediendo un asiento en un trasporte publico, agradeciendo una buena acción, diciendo los buenos días.

Lo importante es la manera de encarar las cosas, con predisposición.
Cuando uno se voluntaria con el fin genuino y sincero de ayudar a los otros por gusto y con la pura intensión de dar sin esperar nada a cambio, surge un sentimiento de satisfacción y hasta de encanto que nutre y enriquece inmediatamente. Las capacidades personales se mejoran y la sensibilidad se afina logrando que finalmente todos salgan beneficiados.

¡Siempre se puede ayudar! Aquí les dejo una frase muy clara: «Nadie es tan pobre que no tenga nada para dar, ni nadie tan rico que no tenga nada para recibir».

Nota de Redacción: En ese sentido, hay que destacar también la tarea de los voluntarios que participan del «Operativo Frío» en Lanús, que todos los martes sirven comida en la Plaza de la estación y distribuyen alimentos calientes por todo el distrito a la gente en situación de calle.